Parte 4: Cuando esa batalla termine
“Ustedes son los que están creando a las hadas, ¿verdad?”
Los dos a los que Willem habló no mostraron signos de negar su suposición.
“Correcto, pero no vamos por ahí creando cada una de ellas por separado. Realizamos los hechizos necesarios en grandes almas que sirven como ingredientes requeridos para que las hadas aparezcan naturalmente,” explicó Souwong con un rostro serio.
“También nos metimos con la barrera que rodea Regul Aire para que esas almas no caigan a la superficie. Bueno, ¿vas a actuar diferente ahora que escuchaste todo esto?” Añadió Ebon Candle. A diferencia de Souwong, la expresión de Ebon Candle no pareció cambiar (eso sería, si los cráneos pudieran tener expresiones). Su voz también permaneció normal; él simplemente esperaba para observar la reacción de Willem.
Manteniéndose en silencio, Willem repentinamente agarró a Souwong del cuello y levantó su puño cerrado. Él apuntó a la mejilla de Souwong y mantuvo esa pose por unos segundos.
“Golpearlos no ayudará en nada…”
No tenía sentido culpar al sistema de hadas mismo. El poder de los Carillones era necesario para proteger Regul Aire, y los Braves Emnetwyte eran necesarios para usar ese poder. Ya que no quedaban más de esos, Souwong y Ebon Candle crearon las Leprachauns como reemplazo. Si no lo hubieran hecho, Regul Aire ya no existiría.
El sistema de hadas era el mejor sistema y el único posible. No había lugar para la ética o moralidad en la discusión. Las hadas no eran forzadas a pelear por mala voluntad, sino por necesidad.
Willem mismo no podía pelear. Él era como todos los demás en Regul Aire, incapaz de hacer nada además de verlas partir a la batalla y esperar. Sin importar cuanto lo irritara, o sin importar cuanto quisiera cambiar eso, él no podía culpar a Souwong.
“Pero recuerden esto. Los Braves pelean para proteger a la gente y los pequeños pueblos en los que viven, no para conquistar territorio por avaricia. No las arrojen a una guerra que no necesitamos,” dijo Willem, entonces soltó a Souwong.
“No es una guerra innecesaria. Tú también debes entenderlo, ¿verdad? Regul Aire no durará para siempre. De alguna forma hemos durado quinientos años, pero los siguientes cien no están garantizados. Eventualmente debemos regresar a la superficie.”
“Eso somos solo tú y yo, ¿verdad?”
“– ¿Qué quieres decir?”
“Muy pocos han puesto sus ojos en el mundo que una vez existió en la superficie hace quinientos años. Para el resto, allá abajo es simplemente un lugar lejano. Tal vez algunos lo idealicen como una preciosa isla de los sueños y la aventura, pero nosotros sabemos que eso no es verdad. Para todos aparte de nosotros, el hogar dulce hogar es aquí, en el cielo. No allá abajo. ¿Me equivoco?”
“Pero… ¿no te molesta? ¡¿No quieres ir a casa?! ¡He vivido aquí por quinientos años, más de lo que viví allá abajo! Este es inconfundiblemente mi segundo hogar. ¡Pero mi primer hogar sigue siendo esa capital imperial! ¡Es lo mismo para ti, ¿verdad?! ¡No, debería serlo incluso más para ti, ya que acabas de llegar! ¡Sé que no lo has olvidado!”
“Incluso si reunimos todas las fuerzas de Regul Aire y nos las arreglamos para retomar la superficie…” En contraste con las expectativas de Souwong, Willem respondió calmadamente. “… ¿quién estará ahí? ¿Habrá alguien ahí para darnos la bienvenida a casa?”
“…” Souwong se quedó sin palabras. Él abrió su boca como tratando de decir algo, pero pronto la cerró de nuevo.
“¿No le dirás?” Preguntó Ebon Candle.
“No.” Souwong sacudió su cabeza, entonces se volteó hacia Willem. “¿Entonces esa es tu respuesta final, Willem Kmetsch?”
El viejo amigo de Willem, Souwong Candel, ya no estaba ahí. Ante él ahora se encontraba el Gran Sabio, el hombre que había cargado el futuro de Regul Aire en su espalda por quinientos años. Su alguna vez radiante cabello rubio se había aclarado, su piel ahora estaba cubierta de arrugas, y su pequeño cuerpo se había convertido en el de un gigante.
– Y ahora, el hombre una vez alabado como un niño genio estaba intentando arriesgar el presente y futuro para recobrar el pasado.
“Lo lamento, Gran Sabio.” Willem hizo la mejor sonrisa que pudo para esconder su soledad. “Terminé mi lucha por el distante futuro del mundo.”
“… creí que eras más como un Brave que eso.”
“Yo también.” Willem asintió.
Lo que Willem una vez aspiró a ser, incluso yendo tan lejos para obtener el título de Quasi Brave. Sin embargo, él nunca pudo avanzar más allá de eso. Él culpó a su falta de talento. Culpó a su trasfondo. Pero tal vez, solo tal vez, estaba equivocado. Tal vez le faltaba algo completamente diferente.
“Yo también lo pensé. Realmente creí que podría convertirme en un Brave. Pero estaba equivocado. Y es por eso que ahora estoy viviendo en este vergonzoso estado.”
“Hm. Déjame preguntarte una cosa más,” dijo el cráneo desde el lado.
El cráneo negro rodó de su trono y volvió a su carro de equipaje, que tenía un cojín para suavizar su caída. La sirvienta que había estado de pie en silencio todo este tiempo lo acercó hasta donde estaban Souwong y Willem.
“Antes cuando te desafié, dijiste que no tenías una razón para pelear. E incluso si tuvieras tal razón, ¿cómo fue que el gran, encantador y majestuoso dios Ebon Candle que una vez conociste se vio reducido a una forma tan modesta?” Willem no recordaba decirlo de esa forma, pero… “Habilidosamente evitaste el asunto, pero no puedes engañarme. Incluso si tuvieras una razón para pelear, hay algo que evita que lo hagas, ¿me equivoco?”
“¿Hm?” El Gran Sabio levantó una ceja.
“Sí, es cierto.” Willem asintió. “Aunque afortunadamente no soy solo un cráneo, mi cuerpo no se ha recuperado de mi batalla con este tipo. La petrificación y las maldiciones se han ido, pero sigo siendo un desastre gracias a las heridas que permanecieron por todo mi cuerpo. Una Troll que conozco incluso me dijo que mis músculos son tan frágiles que podría arrancarlos de un mordisco.”
“Ya veo. Los Trolls realmente tienen buen ojo para la carne. En otras palabras, has perdido la fuerza que una vez tuviste. Incluso si quisieras pelear, no podrías. Lo que significa, si tratamos de hacerte obedecer por la fuerza, no tendrías forma de resistirte, ¿me equivoco?” Dijo Ebon Candle.
“Hm. Supongo que tienes razón.” Willem rascó su cabeza. “Bueno, todo lo que puedo decir es que espero que no decidan hacer eso. Puede sonar cliché, pero alguien espera mi regreso en casa.”
“¿Temes por tu vida?”
“No, es solo que después de que les dé una paliza no tengo forma de salir de aquí.” Willem se encogió de hombros. “No sé cómo volar una aeronave.”
“¡Hah! Me gusta. No has cambiado nada.” Por alguna razón, el cráneo negro parecía feliz al escuchar la respuesta de Willem. Entonces se volteó hacia Souwong y dijo. “Gran Sabio, dejémoslo así por ahora. Su voluntad es fuerte. Parece que esa inamovible voluntad es la esencia de este hombre. Él solo puede tener una meta a la vez, y no ve valor en nada que no esté directamente relacionado con su meta actual. Es por eso que no se doblegará. No se detendrá. Seguirá presionándose hasta sus límites. Ahora que decidió que debe proteger a las hadas, eso lo es todo para él. Las protegerá sin importar lo que tenga que sacrificar, y no quiero estar en el extremo receptor de esos hechizos prohibidos de nuevo.”
Bueno, de todas formas eso no pasará, pensó Willem. Los hechizos prohibidos no deben ser tomados a la ligera. En primer lugar, él ya no cumplía con las condiciones para lanzar la mayoría de los hechizos que usó en esa batalla. Puede que sea capaz de usar algunos, pero como resultado moriría o, si tenía suerte, se convertiría nuevamente en piedra. De cualquier forma, no sería capaz de regresar a casa. Bueno, no había necesidad de explicar todo eso. Ebon Candle parecía estar sobrestimando a Willem, así que puede que lo mejor sea seguirle la corriente.
“Pero…” Souwong comenzó a protestar.
“Si no puedes aceptarlo, entonces tal vez deba contarle todo. Si revelas una o dos verdades sobre la superficie que has estado ocultando, sospecho que su actitud cambiará.”
“¡No!” Souwong levantó su voz, con una pizca de pánico en su rostro.
“… ¿verdades sobre la superficie?” Willem miró a Souwong con sospecha. “¿Qué es lo que me estás ocultado?”
“… no tiene relación contigo.”
“No me salgas con una mentira tan obvia. Según ese cráneo de por ahí, hará que cambie de opinión.”
“No diré nada,” respondió Ebon Candle.
“Bueno, parece que depende de ti, Gran Sabio.”
“Yo también me mantendré en silencio. Está relacionado con el futuro de este mundo, y veo que no tienes interés en eso.”
Bastardo. Cuando Willem estaba a punto de decir algo no muy amable en respuesta, escuchó pisadas subiendo por las escaleras.
“Parece que tengo muchos invitados hoy,” murmuró Ebon Candle.
Los cuatro pares de ojos se reunieron en la puerta del salón del trono. Poco después, su visitante apareció: el Primer Oficial Haresantrobos.
“Perdón por interrumpir.”
“Esto es suelo sagrado. ¡Creí haberte dicho que no entraras!” El Gran Sabio lo regañó con una voz poderosa.
El Haresantrobos asintió y se inclinó ligeramente. “Estoy consciente de eso. Sin embargo, traigo noticias urgentes.”
“– ¿Qué pasa?” El Gran Sabio presionó para obtener más detalles, en una voz calmada esta vez.
El Haresantrobos miró a Willem por un momento, entonces susurró algo en el oído del Gran Sabio.
“… ¿y juzgaste eso como tan urgente que tenías que correr en terreno sagrado para reportarlo?”
“Sí.” El Haresantrobos asintió a la curiosa pregunta del Gran Sabio.
“Entiendo. Yo mismo se lo diré.” El Gran Sabio se acercó a Willem.
“… ¿qué? ¿Es algo que tiene que ver conmigo?”
“Es correcto, Willem Kmetsch, Técnico Segundo de Armas Encantadas.” El Gran Sabio habló con una voz sombría. “Ha habido un contacto de alguien de la Compañía de Comercio Orlandri. La usuaria del Arma Excavada Seniorious sufrió una destrucción de su personalidad debido a la invasión de su vida previa. La desaparición del cuerpo físico no ha comenzado, pero es solo cuestión de tiempo.”
Willem subió en la aeronave del Primer Oficial con un rostro pálido y se marchó del suelo sagrado. Los dos que quedaron atrás estaban envueltos en un pesado silencio, mirando más allá del mar de nubes por donde el joven ahora navegaba.
“¿Por qué no le contaste todo?” Ebon Candle finalmente habló. “Lo que hay en la superficie. Lo que continúa asechando allí. Si lo supiera, su respuesta hubiera sido diferente.”
“Probablemente,” respondió el Gran Sabio con una cara amarga. “Pero su espíritu hubiera sido aplastado. Esas personas que pueden pelear interminablemente con solo una creencia no pueden hacer nada cuando su espíritu se rompe. Si una lanza se oxida, aún puede usarse. Pero si la punta se rompe, es todo.”
“Eso depende de cómo se lo digas. Eres hábil manipulando a la gente con información, ¿verdad?”
“Supongo. Él es un hombre simple. Sería capaz de manipularlo fácilmente, pero…” El anciano se encogió de hombros. «Ríete si quieres, pero no puedo hacerlo. Él es alguien a quien solía admirar como a un hermano mayor. No puedo obligarme a mentirle.”
“Bueno, esperemos que resulte ser lo mejor.” Ebon Candle suspiró de alguna manera, a pesar de no tener pulmones. «Un hada rota nunca regresará. Puede que el espíritu de ese hombre sea aplastado de todas formas.”