Parte 4: Días grises en la tierra gris
Mientras tanto, en la superficie, las cosas estaban progresando tal y como Nygglatho se las había descrito a Willem y Limeskin. La nave de reconocimiento terrestre Saxifraga fue atacada y hundida por una Bestia.
Apareció repentinamente durante una feroz tormenta de arena. Su silueta de alguna manera se parecía a la de un humano. Desde lejos, puedes distinguir un abdomen, una cabeza y extremidades. Pero si te acercas, esa impresión de similitud saldría volando rápidamente por la ventana. Un gigantesco cuerpo del tamaño de una pequeña casa. El caparazón rojo oscuro que cubre todo su cuerpo. Los incontables ojos observando entre las grietas de ese caparazón.
La que se retuerce y engulle, la Cuarta Bestia. La Legitimitate.
Como todas las Bestias, sus motivos siguen siendo desconocidos. La meta de la mayoría de los seres vivos es, a corto y largo plazo, seguir viviendo, a corto plazo con el significado de la supervivencia del individuo y a largo plazo la supervivencia de toda su especie. Los instintos básicos de comer, dormir y procrear pueden ser asociados a esas dos metas. Todos los seres vivos nacen, viven y mueren con esas dos metas grabadas en ellos.
Pero aparentemente, esto no es así para las Bestias.
No se conoce mucho sobre sus procesos reproductivos, pero no parecen pensar mucho sobre su supervivencia personal. Hacen lo que sea necesario, incluyendo sacrificar sus propias vidas, para matar.
La única meta en sus mentes no ha cambiado ni un poco en quinientos años: aniquilar todo lo que vive. O destruir todo lo que se mueve. Tal vez ni siquiera se molestan en distinguir entre los dos.
La Legitimitate es una de las Bestias más comunes en la superficie, pero también es conocida relativamente como una de las menos peligrosas. Buscan a su presa por el sonido y movimiento. Si cierras la boca y dejas de moverte tan pronto como te topas con una y te alejas lentamente, hay una posibilidad de que escapes con vida. Esa es la razón por la que las Cuartas son consideradas menos peligrosas que las otras. Tal conocimiento es sentido común entre los salvadores, y fue esparcido a todos los miembros de la expedición en una reunión antes de que la misión comenzara.
A pesar de eso, inmediatamente después del avistamiento cundió el pánico.
Los miembros de la expedición intentaron correr por sus vidas, solo para ser aplastados y cortados en dos. Sus gritos y fuentes de sangre solo causaron un mayor pánico, lo que llevó a aún más pérdidas.
Eso, sin embargo, era solo el comienzo.
En ese momento, el Técnico Primero de Maquinaria a cargo de la expedición a bordo del Saxifraga. Cuando vio la tragedia desarrollándose a través de la ventana, dejó salir un grito y corrió al cuarto de control. Ahí, intentó iniciar el hechizo incinerador y despegar, mientras amenazaba a los pilotos con su espada ceremonial.
La Legitimitate busca a su presa mediante el sonido y movimiento.
No tomó mucho tiempo para que el estridente sonido del hechizo incinerador llegara a sus oídos. El monstruo, con su gigantesco cuerpo del tamaño de una pequeña montaña, corrió por la arena a una velocidad aterradora, levantó sus brazos, y los agitó hacia su presa. Un violento crujido resonó en el aire mientras la nave acorazada se dividió en dos como si estuviera hecha de tela. Balastro llovió del cielo. La nave, que aún no se había separado del suelo, se inclinó salvajemente mientras se rompía.
Poco después, las dos Leprachauns finalmente arribaron al campo de batalla y lidiaron rápidamente con la Bestia, acabando con la conmoción casi tan rápido como comenzó. Las bajas totales fueron dieciocho personas, alrededor de la mitad de la expedición original. Todos los caballos que trajeron para cargar el equipaje también fueron aniquilados. Y, más importante, el Saxifraga perdió la habilidad de volar.
El Sol se ocultó en el horizonte.
Todo el mundo estaba exhausto.
Desafortunadamente, la aeronave ahora no era más que un gigantesco desastre. Sin mucho que pudieran hacer, alrededor de la mitad de los sobrevivientes se metió a sus tiendas intentando buscar consuelo en el sueño. El resto encendió un fuego y se sentaron ociosamente a su alrededor.
“– Ustedes señoritas lo hicieron bien,” dijo el Borgle mientras sostenía una brocheta de carne sobre la fogata. Las llamas crujieron suavemente mientras lentamente cocinaban los trozos de carne de caballo. “Ese tipo de desastre normalmente acabaría en una completa aniquilación. Es un milagro que hubieran tantos sobrevivientes. Concentrémonos en eso, no en cuantos murieron.”
“¿Puedes realmente decir que sobrevivimos?” Murmuró Nopht mientras miraba al fuego desde la comodidad de una manta. “Sin una nave, no podemos regresar a Regul Aire, ¿sabes?”
“Enviamos naves mensajeras. Si esperamos aquí por un tiempo, la ayuda vendrá tarde o temprano.”
“Esperar un tiempo, ¿huh?” Ella dio una mordida a la carne rostizada de su brocheta. “De ahora en adelante cuando llegue la noche no podemos simplemente escondernos en el cielo. Estamos en la arena 24/7. Tal vez seamos capaces de lidiar con uno o dos, pero si recibimos muchos huéspedes, Rhan y yo no seremos capaces de manejarlo solas.”
“Tranquila, no hay necesidad de ser tan pesimista. Como mínimo, no veremos otra Cuarta por un tiempo,” dijo Grick mientras sostenía una nueva brocheta sobre las llamas.
“¿Qué quieres decir?”
“La Legitimitate nunca viven cerca de otras de su especie. Así que es bastante seguro asumir que no hay ninguna otra Cuarta cerca de donde apareció la anterior.”
“Nunca había escuchado eso.” Nopht abrió ampliamente sus ojos por la sorpresa.
“Es un conocimiento común entre nosotros los salvadores. Las otras Bestias no se desplazan mucho, así que si simplemente nos mantenemos quietos eso debería reducir al mínimo el riesgo. Por supuesto, tampoco podemos ser muy optimistas.”
“Hmm…” Maravillada por el conocimiento que acababa de adquirir, Nopht se giró hacia la chica sentada a su lado. “¿Sabías eso, Rhan?”
Ninguna respuesta. La chica de cabello azul acurrucada en su manta simplemente continuó mirando fijamente las llamas, sin mostrar el más mínimo signo de movimiento.
“… ¿qué sucede? ¿Está cansada?” Preguntó Grick.
“Nah, ella siempre se pone así cuando comienza a pensar en algo. Se aísla en su propio mundo y deja de percibir voces o lo que sea que pase a su alrededor.”
Nopht tomó una brocheta y, después de comprobar que no estuviera muy caliente, la metió en la boca de Rhantolk.
“¡¿Qu-?!” Parece que funcionó. “¡Blrgh agrh!” Después de un breve momento de total confusión, sus mejillas se volvieron rojo brillante. ¡Caliente caliente caliente caliente! Las piernas y brazos bajo la manta parecían gritar en silencio, pero aun así ella no intentó escupir la fuente del problema que se encontraba en su boca.
“No deberías sumirte tanto en tus pensamiento mientras comes. Como Nygglatho solía decirte, respeta la comida centrándote en ella,” dijo Nopht en un tono de regaño mientras colocaba otro trozo de carne en la brocheta. “Geez, si te hubiera dejado hubieras estado así hasta que la carne se convirtiera en cenizas. Es nuestra primera comida real en un buen tiempo, si no la disfrutas al máximo los caballos habrán muerto por nada.”
“¡E-Eso no significa que tengas que forzar una brocheta en mi boca!”
“En vez de quejarte, come también algunos vegetales. Están comenzando a quemarse, ¿sabes?”
“¡De acuerdo, ya es suficiente!” Aún con su cara roja, Rhantolk tomó una de las brochetas del lado de la fogata.
“Yo no tocaría las brochetas de este lado si fuera tú. Dudo que el sabor que disfrutan los Borgles sean bien recibidos por ustedes señoritas.”
“¡Lo sé!”
“Pero ahora que lo dices, como que se me antoja probarlo al menos una vez, ¿sabes?” Dijo Nopht.
“¡Nopht! ¡No seas grosera!”
Mientras Nopht y Rhantolk discutían, Grick repentinamente comenzó a reír.
“… um, ¿pasa algo, Grick?”
“Oh, no. Solo estaba pensando que ustedes dos son más como adolescentes normales de lo que esperaba. Bueno, escuché eso de un conocido, pero realmente nunca lo creí. Supongo que ya que ustedes son la última línea de defensa de Regul Aire esperaba que fuera más como soldados, o renunciado a la vida y malhumoradas o algo. En lugar de eso encuentro un par de lindas chicas.”
“¿Hmm? Es la primera vez que alguien me dice linda,” dijo Nopht con una risa.
“Yo diría que soy bastante malhumorada,” agregó Rhantolk mientras soplaba una brocheta con vegetales demasiado caliente.
Mordiendo una zanahoria quemada, Rhantolk se sumió en sus pensamientos.
Incontables misterios rodean a las Bestias. O más bien, no hay nada aparte de misterios. Hace quinientos años, todos renunciaron a intentar averiguar más sobre ellas. Y en los pasados quinientos años, nadie se ha atrevido a reiniciar esa investigación. Las horribles calamidades desatadas sobre el mundo por la detestada raza, los Emnetwyte. Por quinientos años, nadie se aventuró a pensar más allá de esa vaga descripción.
Rhantolk recordó.
Los Emnetwyte no deberían haber existido. Su creación fue el primer y más grande error de los Visitantes.
Una oración que ella misma descifró de un antiguo texto excavado. Tuvo bastantes problemas con la parte siguiente, pero después de pensarlo un poco más imaginó que era algo así.
En cuanto a los humanos, las bestias fueron liberadas, y llenaron el mundo con la verdad ceniza.
Sin embargo, probablemente era un error de traducción. Después de todo, Rhantolk no estudió apropiadamente el lenguaje Emnetwyte. Ella solo conocía la gramática básica y algunas palabras. Era natural que ella cometiera un error o dos intentando leer un texto tan difícil.
Tenía que ser un error. Si no lo fuera, no tendría ningún sentido. Los humanos crearon a las Bestias y las desataron sobre el mundo. Pero esta oración, al menos basada en la interpretación de Rhantolk, sonaba como que las Bestias no fueron creadas por los humanos, sino que…
“¿Qué acabo de decirte? ¡Deja de perderte en tus pensamientos, es malo para la digestión!”
“¡¿Blrgh-?!”
Esta vez, una papa bastante tostada fue introducida en su boca. ¡Caliente caliente caliente caliente!