Capitulo 3
Una colonia Goblin.
En ese lugar donde alguna vez estuvo la ciudad que rodeaba el Castillo del Rey Demonio, los Goblins llevaban un estilo de vida sin restricciones.
Toscas vallas de madera, casas construidas uniendo ramas de árbol y madera seca aleatorias.
Era una sociedad primitiva donde los que poseían ramas de árbol más fuertes eran los más fuertes, y donde los Chamanes Goblin que hacían cantos dudosos aconsejarían al líder de la colonia.
Las actividades de Goblins que podrían encontrarse en cualquier parte ciertamente estaban ahí.
En el centro de dicha colonia.
Con los frutos del bosque que eran el resultado de la recolección del día frente a sus ojos, el Jefe reprendió la inutilidad de los aldeanos.
Porque no tenían la habilidad para matar ni siquiera una bestia, el alimento básico de los Goblins eran las frutas.
Sería fácil cazar animales si eligieran mejores armas, pero los Goblins no tenían la inteligencia suficiente para eso.
“Jefe, algo viene.”
“¿Es Humano?”
“¿Eso Humano?”
Los jóvenes Goblins nunca han visto Humanos de verdad.
Ellos habían oído del [Perverso Humano] llamado Héroe en las historias transmitidas en la colonia.
Sin embargo, lo mismo se aplicaba al Jefe de la Aldea.
A causa de eso, él no tenía ninguna confianza cuando vio que ‘ellos’ se aproximaban.
Siendo un grupo de dos, ese grupo tenía alturas del doble de las suyas.
El hombre usaba ropas extravagantes con negro como color base.
Él tenía cabello negro y ojos rojos.
En cuanto a la mujer, ella vestía ropas que parecían resistentes con blanco y negro como colores base.
Ella tenía armadura y un escudo de apariencia fuerte, además de una espléndida espada.
Ella también tenía cabello negro y ojos rojos.
Incluso si no sabían si eran Humanos o no, el Jefe de la Aldea pensó que esa arma parecía fuerte.
Que no había error en que esas ropas eran cosas magnificas.
Que seguramente, a él le quedarían mejor.
Pensando en tales estupideces, el Jefe de la Aldea imaginó una versión fuerte y genial de sí mismo.
Y entonces, girándose hacia el dúo que parecían Humanos que se aproximaba, el Jefe de la Aldea levantó la voz.
“¡Humanos! ¡Dejen pertenencias!”
Cuando el Jefe de la Aldea golpeó la rama de árbol que usaba como bastón contra el suelo para hacer ruido, los Goblins en los alrededores tomaron posiciones de combate con sus propias ramas.
Como forma de intimidación, emitieron gruñidos y sed de sangre.
Sin embargo, como si eso no le importara en lo más mínimo, la mujer le habló sobre algo al hombre, y entonces se aproximó al Jefe de la Aldea con un paso relajado.
Estaban siendo despreciados.
Cuando él apenas logro entender eso, el Jefe de la Aldea elevó la voz para dar órdenes a los Goblins.
“¡Matar!”
En el momento en que declaró eso–
La atmósfera cambió y se escuchó un sonido distorsionado.
Hacía frío.
Sus dientes temblaban.
No podía moverse.
Error.
Esto era miedo.
El cabecilla de la aldea lo reconoció por instinto.
La mujer de ojos rojos estaba frente a sus ojos.
Los ojos de esa mujer, brillaron.
Esos ojos, eran increíblemente aterradores.
Un miedo que se sentía como si su corazón estuviera siendo firmemente sujetado.
La fuente de ese miedo, no paró de caminar.
Lentamente, ella caminó… y despreciando al Jefe de la Aldea, ella abrió la boca.
“¿A quién ibas a matar?”
El Jefe de la Aldea estaba aterrado y sacudió su cabeza a los lados.
Para decir que no era eso.
Para decir que no lo decía en serio.
Para decir que él no pensó que fueran oponentes tan aterradores.
Las absurdas excusas que vinieron a su mente se desvanecieron.
Lo que salió de la boca del Jefe de la Aldea fue, una sola palabra.
“A-Ayuda…”
Eso era, una palabra que solicitaba que su propia vida fuera perdonada.
La mujer envió al Jefe de la Aldea volando de una patada con ojos como si estuviera mirando basura.
“¡Gobuh!”
Con un movimiento que parecía como si estuviera pateando una piedra a sus pies, el Jefe de la Aldea fue mandado a volar revotando contra el suelo.
No hubo ni un solo Goblin que tratara de salvar al Jefe de la Aldea.
Si hacían algún movimiento descuidado, ellos mismos serían los siguientes.
Con solo instinto, los Goblins entendieron eso.
Por esa razón, ellos frotaron sus cabezas contra el suelo. Para demostrar que no tenían intención de resistirse, extendieron las manos hacia adelante.
Ellos no sabían que esos movimientos significaban sumisión.
“… Un anuncio para ustedes Goblins.”
Cuando se paró frente a los Goblins que se postraban ante ella, Ichika gritó en una voz clara.
“De ahora en adelante, el honor de recibir las palabras del Rey Demonio Vermudol-sama les será otorgado a todos ustedes. Tallen cada palabra en sus cuerpos, y obedezcan la voluntad del Rey Demonio-sama sin una pizca de duda.”
Los pigmeos corazones de los Goblins reaccionaron a la palabra ‘honor’.
Y entonces, las almas de los Goblins reaccionaron a las palabras ‘Rey Demonio’.
Rey Demonio.
Sus almas entendieron que esas palabras eran algo especial.
“… Oh Goblins.”
Los Goblins escucharon la juvenil voz del hombre mientras seguían postrados.
“Esta colonia, estará directamente al mando del Rey Demonio de ahora en adelante.”
Los Goblins no entendieron el significado detallado de eso.
Pero no hace mucho, el más distinguido y fuerte Jefe de la Aldea fue derrotado.
Los Goblins pensaron que en ese caso, no tenían más opción que obedecerlos.
“En cuanto a todos ustedes, haré que se conviertan en individuos adecuados para tal rol. ¿Hay alguna objeción?”
No debería haber ninguna.
No, incluso si hubiera una – ellos tal vez serían asesinados por la mujer, es lo que los Goblins temían.
Inspeccionando a los silenciosos Goblins, el Rey Demonio Vermudol asintió.
“Muy bien, en ese caso… un solo representante debe venir ante nosotros.”
Representante, eso significaba el Jefe de la Aldea.
Sin embargo, el Jefe de la Aldea aún estaba inconsciente.
Pensando en ese caso, un Goblin con gran fuerza levantó la cabeza.
“E-Entonces es Agur. Agur, fuerte.”
“Muy bien, ¿entonces quién es ese Agur?”
Debido a las palabras de Vermudol, el Goblin con gran fuerza se señaló a sí mismo desesperadamente.
“A-Agur es Agur. Porque Agur es Agur.”
“Rey Demonio-sama, parecería que ese Goblin es Agur.”
“… Ahh, entonces era eso.”
Por las palabras de Ichika, Vermudol se dio cuenta que los Goblins no tenían palabras como [yo] para referirse a ellos mismos. Y entonces, él le hizo señas a Agur.
“En ese caso, iremos al castillo, Agur.”
Agur se puso de pie nerviosamente, y sostuvo su propia vara de madera en su mano.
Esa era una importante arma que simbolizaba la fuerza de Agur.
Él temía que si la dejara y fuera robada, su rango podría cambiar.
“Rey Demonio-sama, ¿qué planea hacer trayendo a esta cosa al castillo?”
En respuesta a la pregunta de Ichika que podría decirse era razonable, Vermudol sonrió con una cara como la de un niño al que se le ocurrió una broma.
“Es simple. Ichika… si no me equivoco, aún quedan muchos escombros, ¿verdad?”