Prólogo
Azusa Aizawa, veintisiete, mujer, soltera.
Esclava corporativa.
Vivía para mi trabajo y solo mi trabajo.
Hice a un lado el romance, ocio y todo lo demás por el trabajo.
Mi récord fue cincuenta días de trabajo consecutivos. Me pregunto qué pasó con la Ley de Normas Laborales…
Un día, mientras estaba trabajando, me desmayé.
Cuando volví a abrir los ojos, vi el rostro de una joven mujer. Ella parecía tener alas de ángel o algo así.
“Oh, morí, ¿no es así…?”
Al final, mi vida estuvo vacía de todo excepto golpear al reloj.
No sabía si este individuo era un ángel o una parca, pero probablemente era algo así.
“Es correcto. Trabajaste demasiado, y eso te mató en tus veintes. Pobrecita…”
La chica sintió lástima por mí. Debe ser una persona amable.
“Aunque esto nunca podría compensarlo, me aseguraré de que tu próxima vida tenga el potencial de traerte felicidad. ¿Qué clase de poder te gustaría? Si lo deseas, podrías renacer como una princesa real. Oh, y cualquier género está bien. Eres libre de elegir prácticamente lo que sea.”
“¿Puedo desear cualquier cosa? ¿De verdad?”
“¡Sí! Tengo la costumbre de complacer a las mujeres, ya ves.”
¿Eso no es desigualdad de género? Bueno, supongo que prefiero tener menos restricciones.
“Entonces, si pudieras, hazme completamente inmortal.”
Ese fue mi deseo.
Trabajar duro me había erosionado hasta el final de una corta vida, así que en esta ronda, quería tomarme mi tiempo.
“En ese caso, te reencarnaré en un cuerpo que haga circular maná para que no envejezcas.”
Evidentemente, ella simplemente podía hacer cosas como esa. Fantástico.
“¿Tienes alguna otra petición?”
“No, eso es suficiente para mí.”
“¿Estás segura?”
“Sí. Lo que quiero es una vida larga, lenta y relajada. Me gustaría ser autosuficiente en lo básico y vivir en las montañas o algún lugar similar. Entonces, si pudiera ayudar en alguna aldea cercana a cambio de cosas que son más difíciles de conseguir como la sal, estoy segura de que no podría pedir más.”
Viví en la metrópolis de Tokio, así que quería una existencia despreocupada en una casa en las montañas.
Por supuesto, todo lo que vi de esa metrópolis fue la ruta de mi apartamento a la oficina, así que realmente no puedo decir que estoy harta de la vida en la gran ciudad, pero aun así.
“Puedo ver lo dura que debió ser tu vida anterior. De acuerdo. Te daré un nuevo comienzo con juventud eterna en las pacíficas colinas. Estoy segura de que no querías una larga vida como una anciana, así que te haré inmortal a los diecisiete.”
Mi conciencia se desvaneció nuevamente.
Cuando desperté, estaba recostada en una colina.
Había una sola casa en las cercanías.
Cuando me acerqué, noté un letrero colgado en la puerta.
Curiosamente, aunque no podría estar en japonés, de alguna forma podía leerlo.
Esta ha sido nuestra casa por mucho tiempo,
pero pronto nos vamos a mudar con nuestro hijo
y su esposa, que viven en la ciudad.
Si alguien la quiere, son bienvenidos en ella.
Dejamos la puerta abierta.
“Que personas tan generosas. La suerte realmente está de mi lado. No, supongo que en realidad no es suerte. Esa chica ángel me reencarnó aquí a propósito.”
Hablando de reencarnación, me pregunto cómo me veo ahora. Entré a la casa y busqué un espejo.
“Tengo diecisiete, muy bien. Este rostro no está mal. Me tomará un tiempo acostumbrarme a las características europeas, pero aun así.”
Tenía un impresionante cabello rubio que caía hasta mi cintura, y mis ojos eran de un vivido color azul claro, casi turquesa. No sabía cómo se medía la belleza en este mundo, pero era bastante linda. Si decidiera ir a la secundaria, probablemente me quedaría con todos los chicos.
Tampoco estaba usando ropas blancas de muerto. Estas parecían sacadas directamente de un mundo de fantasía, complementadas con un sombrero negro puntiagudo que sería inconfundible incluso desde lejos. Lucía vagamente como una bruja.
“De acuerdo. Desde ahora, esta es mi casa. ¡La casa de Azusa!”
Estaba en otro mundo ahora, y pensé que la escritura katakana encajaría mejor con la atmósfera que los caracteres kanji estándar que siempre usaba para escribir mi nombre. También me ayudaría a aceptar que pasé a una nueva hoja. Está decidido: comenzaré a llamarme a mí misma “Azusa” en katakana.
Había un campo arado junto a la casa donde casi seguramente podría cultivar vegetales. Si quería una vida autosuficiente, este lugar estaba hecho para ello.
Había unas quince monedas de oro en las ropas con las que reencarné, así que comprar las necesidades mínimas probablemente no sería un problema.
También había un cuchillo colgando de mi cintura. Yo era una mujer viviendo sola, así que probablemente sería sabio tener algo como esto.
Al pie de la colina, vi una pequeña ciudad. En realidad, era más como una aldea.
“Tal vez pase por ahí y haga unas compras.”
De todas formas quería preguntar sobre el área.
De camino a la aldea, mi camino fue bloqueado por una criatura que parecía hecha de jalea.
“Oh. ¿Un slime?”
Tal vez era por la apariencia de esa cosa, pero no estaba para nada preocupada. Era como si un gato se hubiera parado frente a mí. Dicho eso, como cualquier monstruo, claramente pretendía atacarme. Con los gatos, el solo ver a un humano generalmente era suficiente para hacer que retrocedieran, así que la situación no era exactamente la misma.
Desenvainé mi cuchillo. Si esto era un slime, tenía que matarlo.
Ataqué.
*¡Blorp!* Una sensación extraña viajó por mi mano.
¿Hizo algo…? Bueno, lo apuñalé, así que probablemente le hice daño.
Segunda ronda.
*¡Blorp!*
Esta vez fue más efectivo, probablemente.
El enojado (supongo) slime me embistió. El impacto me hizo dar un paso atrás, pero en realidad no dolió.
Segura de que no saldría herida, fui tras él sin piedad.
“¡Toma eso, y eso, y eso!”
Uno de esos golpes debe haberlo rematado, ya que el slime cambió de forma y se convirtió en una pequeña joya.
En juegos, cuando matas monstruos, obtienes dinero. Esto probablemente tenía ese propósito.
Aunque fuera autosuficiente, necesitaría dinero para comprar las necesidades diarias, así que la tomé sin dudarlo.
Antes de llegar a la aldea, me encontré con dos slimes más y los maté.
Los slimes parecen ser bastante comunes.
La aldea no era muy grande, pero era limpia y ordenada. Se veía bastante suiza.
Ahora que lo pienso, hacer turismo en Suiza siempre fue uno de mis sueños, pero al final, trabajé hasta morir y nunca llegué a hacerlo.
Bueno, incluso si hubiera tenido vacaciones, probablemente las hubiera pasado durmiendo en casa tanto como pudiera en lugar de salir de viaje.
Divisé a una mujer que parecía amable y la llamé.
“Disculpe. Acabo de mudarme a la casa de las colinas. ¿Podría contarme sobre esta aldea?”
“Esta es la aldea de Flatta. Yo diría que la joven Recepcionista del Gremio Natalie sabe bastante sobre este lugar. Ella les habla sobre el lugar a los aventureros que vienen aquí de otras áreas, así que está acostumbrada a explicar.”
Ya veo. Tiene sentido.
“Muchas gracias.”
“Esta es tu primera visita, ¿no es así? Te llevaré al gremio. Aunque es una aldea pequeña, así que imagino que encontrarías rápidamente el camino por tu cuenta.”
“¡Genial, gracias!”
Seguí a la mujer – que realmente era tan amable como parecía – hacia el gremio. Realmente era pequeña. Este lugar era pacífico, y probablemente no se necesitaban muchos aventureros por estos lugares.
“Oh, Sra. Imal, buenas tardes.”
“Natalie, esta chica es nuestra nueva vecina. Cuéntale sobre la aldea, ¿quieres?”
“Sí, por supuesto. Te hablaré de ella justo aquí en la recepción.”
Entonces la Sra. Imal nos dejó. Ella vivía cerca, así que probablemente nos volveríamos a encontrar pronto.
“Soy Azusa. Me mudé a la casa de las colinas.”
“Oh, ¿ahí? Es un buen lugar, pero no tan conveniente para los mayores. Sería ideal tener a alguien joven viviendo ahí.”
Entonces Natalie me hizo un pequeño resumen sobre esta pequeña aldea.
Tal vez porque ella ha explicado las mismas cosas muchas, muchas veces antes, su discurso era fluido y practicado.
Primero que nada, ella dijo, la aldea es pacífica, tranquila y serena. Incluso dando un paseo por los alrededores se podía sentir claramente la atmósfera pastoral. No faltaban vacas y ovejas, y si el área tuviera una especialidad local, serían sus productos lácteos.
El conde dueño de esta tierra vive lejos, y el jefe de la aldea que él nombró era un nativo con un régimen libre de drama.
“Los slimes son prácticamente los únicos monstruos por aquí. Como resultado, es tan seguro que podrías incluso tomar una siesta fuera de la aldea.”
“Excelente.”
“Es una comunidad pequeña, pero podrás comprar las necesidades básicas de cada día – pan, sal y esas cosas – así que no te preocupes. Sin embargo, con nuestra baja población, el comerció podría ser difícil.”
Lo que dijo Natalie me recordó algo.
“Oh si, de camino aquí, derroté unos slimes y acabé con estas joyas. ¿Qué son?”
“Ah, cuando matas a un monstruo, recibes una gema conocida como piedra mágica. Puedes intercambiarlas por dinero aquí en el gremio. Esas valen seiscientos oros– es decir seis monedas de cobre.”
En dinero japonés, ¿eso serían unos seiscientos yenes? Eso no cubriría más que un viaje a un café, pero si la renta no era un problema, podría ganarme la vida matando tantos slimes como necesitara.
“De acuerdo, intercámbiamelas ahora mismo, por favor.”
“Para hacer eso, tienes que registrarte como aventurera en el gremio. ¿Te parece bien?”
“Seguro, no hay problema.”
En ese momento, Natalie sacó un objeto que parecía una pizarra.
“Primero, coloca tu mano en esta pizarra, por favor. Mostrará tu clase y estado, y entonces registraremos esa información en el gremio.”
Puse mi mano en ella, comentando mentalmente que esto me recordaba a la autentificación por huella digital.
Mi estado apareció en la parte superior de la tableta.
“¡Whoa! ¡Eres inmortal! ¡Eso es increíble!”
Natalie estaba sorprendida. Bueno, supongo que es natural. Mi clase era “bruja”, aparentemente.
“Es cierto que algunas brujas pueden afinar la circulación de maná – em, poder mágico – en sus cuerpos para extender sus vidas, pero inmortal a nivel 1… ¿Cómo puede ser eso? Debes tener una gran aptitud para ello.”
“Ciertamente es extraño… Tal vez simplemente tengo suerte.”
Mantendré lo del bono de reencarnación en secreto.
“Aquí tienes, déjame pagarte por esas piedra mágicas.”
Ella me dio seis cobres.
“Comenzaré a ahorrar matando slimes, entonces.”
“¡Sí, y el gremio espera su patrocinio, Señorita Azusa!”
Conseguí algunas monedas de oro cuando reencarné, así que las gasté en comestibles y semillas para plantar en mi campo.
Parece que estoy lista para vivir aquí por un rato.
Tres slimes más aparecieron de camino a casa, así que los vencí con mi cuchillo.
Más piedras mágicas y más del dinero que me traerían.
Después de ese día, mi vida relajada comenzó.
No hice prácticamente nada, día tras día.
Primero, dormí tanto como quise. Cuidé el campo de vez en cuando. Cuando quería hacer algo de ejercicio, mataba slimes. Ya que eran una valiosa fuente de dinero, me aseguré de encargarme de al menos veinte de ellos diariamente.
A veces me aventuraba a los bosques cercanos.
Tal vez por mi estado de bruja era capaz de identificar inmediatamente qué plantas eran hierbas medicinales. De vez en cuando, las mezclaba en varias confecciones y las llevaba a la aldea para venderlas. No intentaba hacer dinero, así que las vendí a menos que el valor del mercado.
Cuando la gente de la aldea se enferma repentinamente, los examino y les doy mis medicinas caseras. Después de todo, no podía simplemente quedarme viendo como los aldeanos caían como moscas.
Gracias a eso, la gente comenzó a llamarme “la gran Bruja de las Colinas” por respeto.
Algunos de ellos incluso trajeron regalos como queso y otros productos lácteos a la casa. Estaba muy agradecida por eso.
Consideré leer grimorios en mi tiempo libre, ¡pero eran realmente caros! Aun así, después de cortar slimes por un tiempo, ¡ahorré suficiente para comprar varios! Una vez que pongo mis ojos en algo que quiero, se encendía un fuego por matar slimes dentro de mí.
Aparte de eso… no pasó nada inusual.
Probablemente porque era inmortal, no envejecí (por supuesto), y casi nunca me enfermé.
Como regla, nadie venía a visitarme a mi casa en las colinas, lo que no me molestó demasiado. También vivía sola cuando era una oficinista en Japón.
Fue durante mi segunda vida que entendí por primera vez el significado de “ociosa con dignidad”, eso es seguro.
Y pasaron trescientos años.