Yuusha ni Horobosareru – Volumen 2 – Capitulo 7

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Capitulo 7

Ahora mismo en el Continente Oscuro, había un nuevo reino en este mundo de Remfilia– el Reino Zadark que tiene al Rey Demonio Vermudol como su rey. Era ahí donde se alzaba el blanco castillo del Rey Demonio.
Luz brillaba en la gran formación mágica que se encontraba en el oscuro subterráneo del castillo, y poco después, se desvaneció como si hubiera explotado.
Ichika saludó a las figuras que aparecieron ahí con una reverencia perfecta.

“Bienvenido de vuelta, Rey Demonio-sama.”
“Sí, estoy de vuelta. De hecho, no creo haberte contactado antes de volver pero…”

Vermudol movió su visión algo perplejo hacia Ichika, que los había recibido en el momento exacto.

“Es porque sentí el poder mágico del Rey Demonio-sama.”

Se le ocurrieron varias réplicas como “con qué tiempo lo sentiste”, o “de dónde y con qué velocidad viniste”, pero ya que Ichika era capaz de superar directamente todas las condiciones, Vermudol se quedó callado y asintió.
Viendo a Ichika después de tanto tiempo, él sintió que su perfección había sido pulida.

“¿Cómo estuvo el territorio de la humanidad? Espero que Nino no haya actuado descuidadamente.”
“El trabajo de Nino fue perfecto. Nino es la preocupada de que Ichika se haya saltado su trabajo.”
“Eres tú la que tiene el hábito de dejar las cosas para después. ¿Creíste que no sabía que te convertiste en la especialidad del pueblo?”
“Eso es prueba de la popularidad de Nino. La hermosa feminidad de Nino está al nivel de convertir a los hombres en acosadores a primera vista.”
“Vaya, vaya, eso es bastante problemático. Una maid que trae problemas tiene que ser puesta en cuarentena.”

Después de interponerse entre las miradas de las dos que inmediatamente habían comenzado una discusión, Vermudol se volteó hacia Ichika.

“Bueno, veamos. Pasaron varias cosas pero… Es cierto. ¿A dónde fue Rokuna?”
“Ella está en la gran biblioteca del primer piso subterráneo.”
“Lo mismo de siempre entonces.”
“Sí. ¿Debería arrastrarla fuera?”

Diciendo que eso no era necesario, Vermudol agitó su mano hacia Ichika.

“Simplemente tengo un recuerdo para ella. Ya que este es un buen momento, vayamos así.”

El subterráneo del castillo del Rey Demonio era profundo.
La formación mágica se encontraba en el cuarto piso subterráneo, en el tercero estaba la tesorería, y en el primer y segundo piso estaba la gran biblioteca.

“… Incrementó de nuevo.”

Pasando frente a la tesorería, Vermudol murmuró eso.
En la tesorería del tercer piso subterráneo que había sido vaciada debido a la anterior invasión del Héroe, actualmente había una buena cantidad de cosas. El tesoro no eran artículos con historia, sino que en su mayoría eran armas y armaduras que los artesanos Norm – una raza especializada en herrería – habían hecho y joyería. Pero aunque eran cosas nuevas, su valor era alto. Por esa razón, la tesorería siempre estaba resguardada por Armaduras Mágicas.

“Es porque minas y vetas de minerales son descubiertas una tras otra, y los artesanos Norm están constantemente poniendo a prueba sus habilidades entre ellos.”

Justo como dijo Ichika, el acto de hacer cosas era equivalente al propósito de la vida de los artesanos Norm, y ellos son un grupo que no pueden estar tranquilos a menos que estén desafiando constantemente sus límites.
Debido a la orden de Vermudol, recibieron protección total de parte del Reino Zadark.
Era una política llevada a cabo con el propósito de volverlos útiles en la protección y estimulación de la industria, pero los artesanos Norm mostraron un gran sentimiento de aprecio por eso, y acabaron ofreciendo sus propias obras maestras a Vermudol.
Por supuesto, lo que ellos llamaban obras maestras se refería a “las de ese momento”.
Los artesanos Norm ponen todo su esfuerzo para llegar a alturas aún mayores, y hacían ofrendas cada vez que sus obras maestras mejoraban. Esto dio como resultado la actual tesorería.

“… Ya veo. Parece que les está yendo bien.”
“Sí, están progresando favorablemente.”

El grupo de Vermudol salió de la resplandeciente tesorería y subió al segundo piso subterráneo.
En el centro del anormalmente abierto y llamativo bosque de libreros, había una vieja mesa y silla de piedra.
La que estaba sentada en esa silla era la guardiana de esta gran biblioteca, y también un Mazoku creado directamente por Vermudol, la Majin Rokuna.
Con su cabello marrón oscuro atado atrás y usando una amplia y gruesa túnica, Rokuna notó la presencia de Vermudol y se dio la vuelta.
Moviendo sus somnolientos ojos marrón, se levantó pareciendo encontrarlo molesto.

“Bienvenido de vuelta, Ver-cchi… El Rey Demonio-dono al que amo y respeto. Estoy segura de que está cansado luego de acabar su largo viaje. Por cierto, sería un honor si me diera algo para adornar este solitario lugar que debe ser protegido, ¿sabe? Más bien, recuerdo por favor.”

En respuesta a esa forma de hablar que no parecía mostrar ni una pisca de amor o respeto, Ichika miró abajo y presionó su frente con sus dedos.
Aunque Rokuna se viera así, ella era personal talentoso difícil de encontrar, y ya que se sabía que ella estaba libre ya que la gran biblioteca estaba básicamente vacía, incluso Ichika hacía la vista gorda con ella hasta cierto punto.

“Sí, lo sé. He preparado una buena cantidad de ellos.”

Cuando Vermudol chasqueó los dedos, aparecieron libros de la nada, y cayeron sobre la mesa con un ruido como *dosa dosa*.
Desde libros ilustrados hasta libros con propósitos académicos, había un gran número de libros que obtuvo del territorio de la humanidad.

“¡Ooh, como se esperaba de ti, Ver-cchi! Estoy tan feliz. ¡Te súper amo!”
“Ya veo.”

Ignorándola, Vermudol tomó una silla cerca de Rokuna y se sentó.
Junto a él, Rokuna inmediatamente abrió un libro, y comenzó a leerlo a gran velocidad.
La mayoría de los Mazoku eran los llamados cerebro de músculo, pero Rokuna fue hecha después de consultar al General Septentrional Altejio – que era capaz de tomar decisiones con calma –, y era un Mazoku de la facción intelectual.
Pero ya que inteligencia a medias traería una situación como la de los Majin del Oeste, no hacía falta decir que se llevó a cabo cuidadosamente.

“Rokuna. Una vez que acabes de leer todos esos libros, me gustaría oír tu opinión.”
“¿Nn–?”

Sin separar sus ojos del libro, Rokuna respondió.

“¿Sobre qué te gustaría oír?”
“Es sobre lo que pensaste primero.”

Escuchando esas palabras, Rokuna detuvo su mano mientras pasaba de página.

“Falta información. Es por eso que no puedo decir que es absoluto.”
“Sí, eso está bien.”
“Esta cosa de la leyenda del Héroe es extraña. Aunque realmente no puedo estar segura porque no sé sobre esos tiempos, es realmente extraño. Se siente como si estuviera escuchando un cuento heroico para niños.”

Vermudol se mantuvo en silencio y asintió.

“… Bueno. Supongo que eso es más o menos lo que puedo decir ahora mismo. Después de todo, no quiero decir algo irresponsable.”

Después de decir eso, Rokuna una vez más bajó sus ojos hacia el libro.

“Mientras Ver-cchi no estaba por aquí, el mundo cambió de varias formas.”
“Estoy seguro de que así fue.”
“Aunque estoy segura de que hay varias cosas que tienes que tomar en consideración, primero deberías cuidar tus propios pasos. Me encargaré de monitorear los varios países.”
“… Supongo, que es verdad.”

Diciendo eso, Vermudol y Nino subieron las escaleras hacia el primer piso subterráneo.

Ichika los vio irse, y entonces se dio la vuelta hacia Rokuna que había estado dándole una mirada afilada desde hace rato.

“… ¿Qué pasa?”
“No me vengas con eso, Ichika.”

Borrando la expresión de su rostro, Rokuna miró fijamente a Ichika.

“Tú, en realidad sabes varias cosas, ¿no es así?”
“Desafortunadamente.”

Respondió Ichika, tomando la mirada de Rokuna de frente.

“Con respecto a tus conjeturas, no hay puntos que yo deba suplementar o corregir.”

Ichika habló sin distorsionar su expresión habitual.

“Soy un poco más cercana al Rey Demonio-sama que otros Mazoku… Eso, es todo. Mi lealtad siempre estará con el Rey Demonio-sama, y eso es algo que no cambiará por toda la eternidad.”

Haciendo una reverencia, Ichika se desvaneció, yendo tras Vermudol y Nino.
Después de seguirla con la mirada, Rokuna suspiró, y entonces habló hacia la sombra de los libreros.

“… Pues bien, ustedes estarán en servicio de vigilancia. Ein se encargará el Reino San Altlis, y Zwei tomará el Imperio Cylas.”
“… ¿No el Reino del Bosque Jiol?”
“Los Sylphid son sensitivos del olor del viento. No tengo intención de lanzar brazas encendidas en un lugar que de por sí está tenso.”
“… Sí señora.”

En la sombra de los libreros de la gran biblioteca, había dos figuras llamados Ein y Zwei.
Cuando los dos se transformaron en pequeñas aves oscuras, se convirtieron en partículas de luz y desaparecieron.

“… Aunque sería bueno que solo fuera mi imaginación.”

Con nadie para oír el murmullo de Rokuna, esas palabras fueron succionadas por el gigantesco espacio subterráneo y se desvanecieron.


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