Yuusha ni Horobosareru – Volumen 2 – Capitulo 30

Capitulo 30

«… Buenos días, Rey Demonio-sama.»

Una voz lenta… pero con peso habló a la persona en el trono.

«…»

El que se había quedado dormido en el trono era su rey.
Los cuatro subordinados leales a su rey esperaban las palabras del rey que lentamente estaba abriendo los ojos.

«… Tuve, un sueño.»

Nadie interrumpió las palabras del rey.
El rey miró distraídamente a sus subordinados que simplemente bajaban la cabeza mientras esperaban las palabras de su rey, y habló aún aturdido.

«Fue un sueño, en el que destruíamos el mundo, sin perdonar a nadie…»

Exacto, eso fue un sueño.
Instigando los miedos de la humanidad-
Causando discordia entre la humanidad-
Destruyendo las conexiones de los corazones de la humanidad-
Destruyendo universalmente las naciones de la humanidad-
Fue un sueño en el que todo fue destruido.
Sin embargo, no fue un simple sueño.
El plan ya estaba siendo implementado.
Bajo el nombre del Rey Demonio, empezaron por la destrucción del Reino San Altlis.
Tomándose mucho, mucho tiempo, llegó a un punto en que era imposible repararlo.
Ni siquiera la humanidad misma era consciente de que había sido destruido.
Es porque es un plan tan antiguo que el propio Rey Demonio se había olvidado de él.

«… Rey Demonio-sama. ¿No es ahora un buen momento?»
«¿Para qué?»
«Para la destrucción de la humanidad…»
«Fumu…»

Al escuchar eso, el Rey Demonio lentamente comenzó a pensar.
Primero, sobre… dónde era este lugar.
El trono en el que se sentaba.
Esta sala de audiencias.
El distorsionado y colorido escenario que se podía ver por la ventana.
Dirigiendo su conciencia a los recovecos del castillo, el Rey Demonio recordó.
Cierto, este lugar es la «Brecha Dimensional».
Era una tierra separada del mundo.
Este lugar, era el Castillo del Rey Demonio.
Bueno, ¿entonces quiénes eran estas personas?
El Rey Demonio miró a los cuatro leales subordinados.
Rojo, azul, negro y blanco.
Eran cuatro caballeros de colores que usaban una armadura de aspecto extraño.
El Rey Demonio lo recordó.
Eran sus más leales y fuertes subordinados.
El Caballero Rojo.
El Caballero Azul.
El Caballero Negro.
El Caballero Blanco.
Finalmente, sobre quién era el propio Rey Demonio.

«… Mis cuatro leales caballeros.»
«Sí, Rey Demonio-sama.»
«… ¿Quién soy exactamente?»

Al escuchar esa pregunta, los cuatro caballeros temblaron con profundas emociones.
Se les había dado la oportunidad de expresar como se sentían sobre su magnífico Rey Demonio.

«Nuestro Rey, nuestro magnífico Rey.»

Primero, el Caballero Rojo lo alabó con una voz galante.

«Usted es quien gobierna sobre el miedo y la discordia. Es el padre de todo mal.»

A continuación, el Caballero Azul lo alabó con una voz lenta.

«Usted es la mano que propaga el caos. El rey que porta todo resentimiento.»

Y entonces, el Caballero Negro lo alabó en voz baja.

«Usted es la principal causa de todo el mal. El que teñirá todo en el mundo con sangre.»

Finalmente, el Caballero Blanco lo alabó con una voz refrescante.

«O Rey, nuestro Rey Demonio Ikslaas. Usted es quien guiará a la humanidad a su fin… El Rey Demonio.»

Sí, eso era.
Fue entonces que Ikslaas finalmente lo recordó.
Ikslaas era la principal causa de todo.
Ikslaas avanzaba para destruir el mundo.
Pero, aún no.
Aún hacía falta más preparativos.

«… Mis cuatro leales caballeros. Por ahora, esperen. Guarden su fuerza para el momento oportuno.»
«Como ordene.»

Luego de que Ikslaas asintiera satisfecho con la respuesta, su conciencia volvió a sumergirse en un sueño.
Los subordinados de Iklaas.
Los leales Alva.
Ellos seguramente causarían aún más caos.
Para el momento apropiado.

«…»

Los cuatro caballeros volvieron a quedar en silencio como esculturas mientras veían a Ikslaas.
Entonces, el Caballero Rojo abrió la boca.

«… Está durmiendo bastante bien.»

El Caballero Azul se puso de pie, y se dio la vuelta.

«En ese caso, no se pondrá en mi camino.»
«Espera, Caballero Azul. No tienes permitido salir sin una orden.»
«Sí, ¿no es como ha sido hasta ahora?»

Escuchando que el Caballero Negro y el Caballero Blanco compartían la misma opinión, el Caballero Azul quedó en silencio, pero comenzó a caminar de nuevo.

«… El tiempo predestinado se acerca. Estoy seguro de que es necesario revisar si hay algún defecto en el Castillo del Rey Demonio.»
«… Eso también es cierto. ¿Podemos dejarlo en tus manos, Caballero Azul?»
«Sí, y dejaré el deber de escoltar al Rey Demonio-sama a ustedes.»

Diciendo eso, el Caballero Azul caminó dentro del castillo.
El Castillo del Rey Demonio.
Un castillo flotante suspendido en la «Brecha Dimensional».
Una tierra en la que nada podía ser creado.
Flotando inmóvil por cerca de una eternidad, era el cuartel general del Ejército del Rey Demonio.
Y era una fortaleza invencible que simples Humanos nunca podrían alcanzar.
Solo aquellos que se postraban ante su gloria tenían permitido residir en esta tierra.

«…»

Mirando abajo a la ciudad que rodeaba el castillo desde la ventana, el Caballero Azul murmuró.

«… Es, igual que siempre.»

Una ciudad silenciosa.
Hecha con los mismos materiales misteriosos que el castillo, había numerosos edificios diferentes.
Sin embargo, estaban vacíos y nadie vivía en ellos.
Solo estaba el camino principal por el que los Alva iban y venían.
Era lo mismo de siempre.

«… ¿De, de verdad siempre fue así?»

Repentinamente, ese pensamiento se cruzó por su cabeza, pero inmediatamente fue suprimido.

«… No, por supuesto que sí.»

Lo que vino a la mente del Caballero Azul en lugar de la duda, fue su deber.
Él haría una declaración de guerra hacia la humanidad en el futuro cercano, y se lanzaría a la guerra.
Destruyendo a la debilitada humanidad, establecerían un paraíso para los Mazoku en la superficie.
Dibujando esa escena en su mente… El Caballero Azul tuvo otra duda.

«Sin embargo… ¿Por qué, no simplemente esperamos a que la humanidad se auto-destruya?»

Esa duda también fue suprimida.
Dentro de la «Brecha Dimensional», el Caballero Azul continuó preguntándose cosas que no tenían respuesta.
Todas esas dudas fueron suprimidas, hasta ese momento.


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